jueves, 4 de abril de 2019

12. Llegada del Sr. Guerrero

Juan ya tenía 6 años y era tiempo de que inicie sus estudios, Irma pasaba por una grave crisis económica y por presión de la familia se vio obligada a poner una demanda de alimentos al Sr. Guerrero para que se hiciera responsable de su hije, El padre desaparecido en aquel tiempo tenía una buena posición económica como funcionario público de Inecel, la empresa eléctrica del estado, y ya esperaba la oportunidad de reencontrarse con su hije y la madre, ante la demanda él respondió con aparente ilusión diciendo que reconocería legalmente a su hijo, por ello en documentos anteriores a 1994 el apellido de Juan fue Pinto y a partir de 1995 es Guerrero. En realidad el padre, además de librarse de un pendiente legal, esperaba volver a jugar con Irma, chantajeándole a través de la pensión y potestad de su hije, sin importarle que ya mantenía una relación con otra mujer hace 7 años. 

Una tarde Juan jugaba con sus primes como era costumbre, de pronto le llamó su madre, un hombre desconocido estaba en su cuarto, le saludo diciendo que era su padre, que en adelante ya no será Pinto, que ya no habrá necesidades, al escuchar eso Juan se aterró y llorando fue a esconderse donde sus primes y tías. Esta escena se repetirá quincenalmente en todas las visitas paternas por los siguientes 5 años, en ocasiones las visitas eran en el trabajo del Sr. Guerrero que además de oficina era cantina y motel, jamás hubo una relación de padre a hije, peor aun cuando llegaba ebrio, en cuanto el uno entraba, otre salía, en la habitación quedaban a solas Irma y el Sr. Guerrero, luego de la desagradable visita Irma quedaba llorando, sintiéndose ultrajada, e inclusive en ocasiones tenía golpes, los motivos jamás fueron entendidos por Juan. Pero quedó muy claro que las violencias intrafamiliares no pueden ser aceptadas por ningún motivo. Una motivación más para el activismo feminista. 

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